La seño nos mandó visitar una exposición (obligatoria), la cual se llama: "Sostener el infinito en la palma de la mano", del autor Eugenio Ampudia, y se encuentra en la Calle Alcalá 31, Madrid.
Bien pues un día normal y corriente uno de mis compañeros mencionó de ir a visitar esta exposición al día siguiente. Pues bien, ese día siguiente me levanté bastante tarde y no me apetecía mucho ir a la exposición, pero al final decidí ir, meh.
Después de comer quedamos 3 compañeros y yo en el tren y nos dirigimos hacia Madrid, donde nos esperaba otra compañera más. Seguidamente entramos a la Exposición, y yo no entendía mucha cosa la verdad, solo vi estanterías con libros, proyectores proyectando vídeos super extraños como por ejemplo futbolistas jugando con un libro en vez de con un balón de fútbol. También había como unos relojes muy grandes por el medio de la sala que iban girando a su ritmo.
Bien, pues aquí no termina todo, porque ahora comienza lo guapo. Había unas escaleras que llevaban a otro piso más, y ese piso era lo más curioso que había visto yo nunca osea. Era una sala llena de colchones por el suelo y en las paredes aparecían vídeos de nuevo, esta vez eran vídeos del propio artista tumbándose a dormir en sitios extraños como fábricas vacías, lugares muy amplios en soledad, etc. El propio artista nos colocaba los colchones ahí para que nos tumbásemos y relajásemos durante unos minutos.
El problema llegó cuando esos minutos que tienes que estar tumbado se convierten en casi 1 hora. Sí, efectivamente, estuvimos en los colchones ni se sabe cuanto. Estábamos bastante cansados y además somos algo vagos así que nos tumbamos muchísimo tiempo. Aunque debo decir que fue muy bonito estar tumbado allí. con ella cogidos de la mano.
Tras ese rato largo vagueando tuvo que venir el guardia a
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